jueves, 20 de septiembre de 2018

VALLENATO


El vallenato o música vallenata es un género musical autóctono de la Región Caribe de Colombia con su origen en la antigua provincia de Padilla (actuales sur de La Guajira, norte del Cesar y oriente del Magdalena). Tiene notable influencia de la inmigración europea, ya que el acordeón fue traído por pobladores alemanes a Riohacha, La Guajira, a finales del siglo XIX, y tanto la organización estrófica como la métrica se valen de la tradición española; por otra parte, el componente de los esclavos afrocolombianos hace presencia con la caja vallenata, una especie de tambor que en gran medida le da el ritmo a la melodía del acordeón, y por último lo indígena se evidencia con la guacharaca.​ Su popularidad se ha extendido hoy a todas las regiones de Colombia, a países vecinos como Ecuador, Panamá y Venezuela, y a más alejados como Argentina, México y Paraguay. Se interpreta tradicionalmente con tres instrumentos: el acordeón diatónico, la guacharaca y la caja vallenata. Los ritmos o aires musicales del vallenato son el paseo, el merengue, la puya, el son y la tambora. El vallenato también se interpreta con guitarra y con la instrumentación de la cumbia en cumbiambas y grupos de millo. El 29 de noviembre de 2013, el vallenato tradicional fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura. El 1 de diciembre de 2015 fue incluido en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en la lista de salvaguardia urgente por la Unesco.

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ORIGEN DEL VALLENATO


El vallenato nace en una vasta región enmarcada por los ríos Magdalena, Cesar y Ranchería, el mar Caribe, la Sierra Nevada de Santa Marta y las estribaciones de la serranía del Perijá, hace más de doscientos años.

Los cantos de vaquería con que los peones de las grandes haciendas acompañaban sus jornadas vespertinas para recoger y encerrar el ganado, fueron la base de lo que más tarde se convertiría en las historias cantadas que derivaron en las canciones vallenatas.

Los primeros acordeoneros de que se tiene memoria fueron a la vez autores de los cantos que interpretaban; cantos que ya tenían una clara diferencia rítmica y una estructura musical propia que les valieron ser clasificados como paseos, merengues, puyas, tamboras y sones. Entonces no había, como hoy, una persona especializada únicamente en componer el canto, otra en ejecutar la melodía en el acordeón y una tercera que los cantara. El acordeonero era un músico integral que con igual destreza hacía sonar el acordeón como interpretaba cantos de su propia inspiración o, en ocasiones, de un tercero. Y hechos los primeros cantos, los acordeoneros se convirtieron en correos cantados, en periodistas musicales, juglares, que iban de pueblo en pueblo y de vereda en vereda llevando la información de los últimos sucesos narrados en los merengues, paseos, puyas, sones y tamboras que cantaban cuando se reunían a descansar y, en ocasiones especiales, a bailar en cumbiambas que se formaban con motivo de las fiestas patronales, entre otras ocasiones.

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LEYENDA DEL VALLENATO


Esta historia, que se supone ocurrió en los albores del siglo XX, sintetiza el episodio que se convertiría, con el correr de los años, en el soporte mitológico de la música Vallenata; la derrota del diablo en un vibrante duelo de acordeón, a manos de Francisco Antonio Moscote Guerra, el campesino guajiro que se transformó en leyenda y se inmortalizó en la historia del Vallenato con el nombre de Francisco el hombre. El recuento pormenorizado de su vida, el relato de sus proezas como acordeonista, y específicamente su consagración frente al diablo, hacen parte de una serie de documentadas crónicas escritas por Ángel Acosta Medina en el Espectador (abril 82), en las que se recogen testimonios fidedignos y elocuentes sobre las andanzas del trovador, símbolo de la música Vallenata. Es probable que el encuentro con el diablo haya sido fruto de la imaginación popular, y con mayor razón si se produjo en los territorios del realismo mágico. Quizá se discuta su veracidad. Pero lo cierto es que el hecho ha servido como sustento de la leyenda y ha reafirmado la identidad de un pueblo que tiene en la música Vallenata su patrimonio cultural más valioso. Por eso, Francisco Moscote dejó de ser un modesto ayudante de recua y se tornó en un acordeonista portentoso cuya existencia quedó para siempre rodeada por una aureola de fantasía y de misterio. Su fama se extendió incluso a las páginas de la literatura: en Cien años de soledad, Gabriel García Márquez lo describe como “un anciano trotamundos de casi 200 años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo y relatando con detalles minuciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario”. Francisco El Hombre (que probablemente nació en 1880 y murió en 1952, según los Vallenatólogos), no fue precisamente el primer acordeonista en la historia del Vallenato, pero si uno de los integrantes de esa admirable legión de pioneros que sembraron las semillas y estructuraron este género musical. Francisco Moscote fue uno de tantos trovadores en su mayoría analfabetos que, con el acordeón terciado al hombro y sin ningún tipo de acompañamiento, recorrieron de manera incansable los rincones más insospechados de la comarca, contando en sus versos sus penas y sus alegrías, relatando anécdotas personales, o expresando su amor inmenso por alguna mujer. Mientras la fama de Francisco El Hombre se regó por caseríos, veredas y pueblos, muchos acordeonistas, quizá tan diestros como él, prefirieron permanecer en el anonimato de sus hogares, dándole rienda suelta a su pasión musical. Según García Márquez, todos estos músicos primitivos eran como los juglares de la época medieval: cantaban cuando sentían la necesidad de hacerlo, después de haber sido estimulado con un hecho real. Hacían versos, ejecutaban el acordeón e interpretaban sus propias canciones. Como genero musical agrupa distintas formas de expresarse, las cuales reciben los nombres de : Piqueria: que refleja un duelo entre acordeonista el cual es calificado con aplausos para el ganador; la Puya : extremadamente rítmica y que se caracteriza por los coros con los que se responde a las estrofas de un cantador; Merengue : también rítmico, pero menos que la puya, que identifica un especifico tipo de jolgorio que tiene connotaciones sensuales y eróticas, de procedencia africana y sin ninguna relación con el merengue Dominicano; y el Paseo : el mas joven de todos. Para algunos el paseo tiene descendencia del vals, por la manera de bailarlo. En su desarrollo influyeron los desplazamientos de personas de Valledupar hacia la zona bananera en la época de su bonanza y hacia las plantaciones de algodón, donde se precisaba mucha mano de obra, incluso de gentes del interior del país. El Paseo es cadencioso y rítmico y se convirtió en el más comercial. Hoy el Vallenato ha tomado dos rumbos. Los cultores tradicionales que siguen la línea de “Francisco el hombre”, obviamente con una marcada tendencia al paseo y La Nueva Generación. A principios de los 90 se demostró que la juventud es capaz de recibir y disfrutar la tradición, cuando se le brinda en su propio lenguaje. La nueva escuela que le canta al Vallenato empezó por recuperar los clásicos del Valle de Upar, principal región donde se gesta el Vallenato y fusionarlo con el lenguaje del rock. El evento es todo un remezón a la cultura del Vallenato, pero bien aceptado pues lo sacó de su entorno regionalista y lo internacionalizó. Dentro de los cantores que acogieron la nueva línea musical se destacó Tulio Zuloaga, el más importante representante del Vallenato pop y seguro el más conocido de todos en todo el mundo es Carlos Vives.

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VALLENATO


Se trata de La hamaca grande, una exposición que cuenta la historia de ese ritmo musical tradicional de la costa caribe de Colombia –más específicamente de la región del Magdalena Grande–, un símbolo de la cultura nacional que, en muchas ocasiones, representa al país ante el mundo. Tanto es así que en 2015 la Unesco lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Lo cierto es que el vallenato, más allá de ser música popular, viene de una tradición narrativa y literaria importante: los juglares que recorrían los pueblos del Caribe cantando las noticias e historias que encontraban por el camino. No por nada el propio Gabriel García Márquez dijo alguna vez que Cien años de soledad era un vallenato de 350 páginas. Esa relación entre literatura y música llevó a Consuelo Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional, a impulsar la exposición: “Uno de los papeles que cumple una biblioteca es divulgar las expresiones de la cultura escrita y oral de su país. Y más allá de lo que el vallenato tradicional representa a nivel cultural, no solo en la región Caribe, sino en todo el país, llama la atención la narrativa de sus canciones, y eso lo reconoce la declaración de la Unesco”.
La filosofía de la muestra, de hecho, tiene que ver con esa declaración. Para la Unesco, el vallenato tradicional está en riesgo, por lo que también le declaró una medida de salvaguardia urgente. Es decir, el gobierno debe adelantar acciones que garanticen que las costumbres y los sonidos ligados al vallenato tradicional no mueran. 

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viernes, 17 de agosto de 2018

INSTRUMENTOS DEL VALLENATO




El acordeón es un instrumento musical de viento, de origen polaco, conformado por un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera.

En sus dos extremos el fuelle está cerrado por las cajas de madera. La parte de la mano derecha del acordeón tiene además un "diapasón" con una disposición de teclas que pueden ser como las de un piano (acordeón a piano) o teclas redondas (también llamadas botones) (acordeón cromático) dependiendo del tipo de acordeón; la parte de la mano izquierda tiene botones en ambos tipos de acordeón para tocar los bajos y acordes de acompañamiento, también accionando una palanca se cambia el sistema de bajos, pasando al sistema BASSETI que coloca las 4 primeras filas desde afuera con notas cromáticas y por octavas, mientras que las dos últimas se dejan como bajos y contrabajos sin octavas. Es muy popular en el País Vasco, Navarra, Asturias, Cantabria, Galicia y el norte de Castilla (España), París (Francia), Europa central (Alemania, Austria), sur de Italia, la Costa Caribe de Colombia, Panamá, el Norte de México, noreste de Argentina, República Dominicana, Perú y Chile por su vinculación con el folclore. Para el instrumento semejante utilizado en Argentina, Uruguay y Perú (en menor medida), véase: Bandoneón, El acordeón también es muy utilizado por todo Brasil tanto el de teclas como el de botones de norte a sur del país en varios estilos y ritmos musicales.

La Guacharaca Es el instrumento más original y autóctono de la trifonía vallenata. La palabra guacharaca parece haber sido conocida por otras culturas aborígenes de Suramerica; los chimilas la consagran aún hoy como uno de sus vocablos y nadie podría contradecirlos, mucho menos si se constata que su territorio estuvo todo poblado, tanto de aves así llamadas como de la planta, que aporta su tallo para la elaboración del instrumento; el cual se fabrica artesanalmente utilizando un pedazo de cañabrava a la que se le hacen pequeñas ranuras sucesivas que producen un sonido raspativo al ser frotadas con un trinche elaborado con madera y alambres. Este instrumento tuvo originalmente una extensión de algo más de un metro y se friccionó, en aquellos, tiempos con una costilla de venado, luego de ganado y por último con el trinche de madera y alambres.

La caja vallenata es un instrumento mestizo, zambo. La tripona vallenata estuvo en manos de los chimilas, en las épocas pre y pos coloniales, anteriores al acordeón; de esta trifonía hizo parte un tambor mediano de doble membrana percutido con pequeños bolillos o baquetas, el mismo que continuó dentro del conjunto típico, mucho tiempo después que el acordeón remplazara las flautas de caña o carrizos. El aporte negroide en materia de membranófono, dentro de las especies musicales anteriores al acordeón, consistió en tambores cónicos de una membrana y fondo abierto con una dimensión que oscila entre setenta centímetros y un metro; de este modo, variando en sus proporciones, encontramos, no solo en el Valle de Upar sino en toda la Costa Atlántica, la misma especie de tambor con diferentes nombres: currulao en Bolívar, lumbalú en el Palenque de San Basilio, guacherna en Atlántico, y en todo el Valle de Upar, sobre todo la parte que corresponde a los departamentos del Cesar y Magdalena, adopta el nombre de caja.

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ACORDEÓN


El acordeón es un instrumento de música que forma parte del grupo de los instrumentos de viento. Dispone de un fuelle cerrado por cajas en sus extremos, que albergan distintas teclas o llaves.
 Acordeón
En la caja que se toma con la mano derecha, el acordeón cuenta con un diapasón que puede tener botones (en el caso del acordeón cromático) o teclas similares a las del piano (en el llamado acordeón piano). Con la mano izquierda, el músico puede tocar otros botones que sirven para acordes de acompañamiento y para sonidos bajos.
A diferencia de otros instrumentos de viento, el acordeón no requiere que la persona sople para generar el sonido. El acordeón dispone de un mecanismo que, cuando el intérprete lo cierra o lo abre, permite que el aire pase por su estructura e impulse diversas lengüetas. Las teclas hacen que se pueda elegir qué tipo de sonido se obtiene.
Los orígenes del acordeón se remontan a las primeras décadas del siglo XIX. Su desarrollo hizo que, con el tiempo, surgieran instrumentos similares aunque con características diferentes. En este marco, es habitual que muchas personas confundan al acordeón con el bandoneón o con la concertina.
Una de las razones por la que tiene lugar dicha confusión gira en torno a la relativa complejidad del acordeón frente a otros instrumentos, especialmente en lo que hace a su diseño: dado que gran parte de sus teclas quedan ocultas bajo la manos del músico, el público no puede apreciar el instrumento en su totalidad, y es común que ignore ciertos detalles básicos de su estructura, algo que no ocurre con el piano o el violín, por ejemplo.
Con respecto al bandoneón, se trata de otro instrumento de viento, del grupo de lengüetas libres, que está emparentado con la concertina (definida en el párrafo siguiente). Su aspecto es rectangular y su timbre es muy distintivo: quien haya tenido la oportunidad de escuchar estos tres instrumentos no suele confundir el sonido que producen. Curiosamente, el término original en alemán se escribe bandonion, y fue en el Río de la Plata donde la i fue reemplazada por una e, aunque en el habla cotidiana la gente tiende a pronunciarla como una i.
AcordeónLa concertina, por su parte, es también un instrumento de lengüeta libre, y su creación tiene dos hitos importantes: su primera aparición tuvo lugar en el año 1829, pero casi dos décadas más tardes se publicó una patente con determinadas mejoras en su diseño. Por lo general presenta una serie de botones en cada uno de sus dos extremos, los cuales se presionan en direcciones diferentes a los del acordeón: en la concertina son paralelos al fuelle, mientras que en el acordeón son perpendiculares.
Si bien algunos aseguran que para tocar el acordeón es necesario contar con conocimientos musicales avanzados, también existen quienes invitan a todo aquél que sienta curiosidad por el instrumento a aventurarse en el aprendizaje. El tipo de acordeón más usado por los principiantes es el piano, mencionado más arriba.
El acordeón actualmente se utiliza en una gran cantidad de géneros musicales, como el merengue, la cumbia, el chamamé y la cueca. La mexicana Julieta Venegas es una de las acordeonistas más populares. En Argentina, “Chango” Spasiuk y Antonio Tarragó Ros son dos músicos destacados que tocan el acordeón.
Cabe señalar que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española(RAE), en algunos países se emplea el concepto de acordeón para denominar a las notas que un estudiante oculta en una evaluación para poder acceder a la información sin que el docente lo vea. Acordeón, en este caso, es sinónimo de chuleta o machete, según la región.

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CAJA VALLENATA


La caja vallenata es un instrumento musical de percusión utilizado en el vallenato. Es un pequeño tambor cónico de un solo parche con anillos de tensión. Se ajusta sobre las piernas para su ejecución, un poco más ancha arriba que abajo. Es uno de los tres instrumentos tradicionales del vallenato junto al acordeón y la guacharaca.

El vaso se hace de un tronco de árbol hueco de 40 cm de alto y 30 cm de diámetro. El árbol debe ser de tronco fibroso, como mucurutú, cañahuate o matarratón. El parche se fabricaba de buche de caimán, luego de piel de marimonda negra y actualmente de cuero de chivo, venado o carnero.

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GUACHARACA


La guacharaca es un instrumento musical idiófono de raspado utilizado mayormente en el vallenato. Se fabrica, entre otros, de caña o de lata. Se compone de dos partes: la guacharaca misma, de superficie corrugada, y el peine o trinche, hecho de alambre duro y mango de madera, usado para rascar la superficie corrugada.

Es hueca en la tercera parte central inferior, y posee ranuras longitudinales y transversales en la superficie (su interior es tallado con forma de canoa). La guacharaca tiene un diámetro de unos 4 cm y una longitud de unos 40 cm. Se interpreta en una posición similar a la del violín.

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COMPOSITORES

Wilfran Castillo Utria

Cantautor y compositor de temas como Una hoja en blanco (grabada en más de 18 versiones en todo el mundo), Te amo y te amo, Arroyito, Hace tiempo, Caminaré y Cómo duele el frío.


Omar Antonio Geles Suárez

Acordeonista y compositor. Autor del conocido vallenato Los caminos de la vida.


Nicolás Uribe Pachón

Compositor y productor musical de cine y televisión, autor del tema incidental de la película colombiana El ángel del acordeón y de las telenovelas La otra mitad del sol y Perro amor.


Jairo Varela Martínez

Músico, cantante, director y compositor. Fundador y vocalista del grupo Niche. Del puente para allá y Cali pachanguero son algunas de las canciones que lo llevaron a la fama.

 Jorge Iván Calderón Zapata

Músico, director musical, productor, compositor e integrante de Los Gigantes del Vallenato. Compositor de No me vuelvo a ilusionar, de el Binomio de Oro, y Muero por verla, de Luis Mateus.

Felipe Renán Peláez Rodríguez

Cantautor y compositor vallenato. Entre sus éxitos se destacan temas como Quién más te quiere y Cuando quieras quiero.

Alberto ‘Tico’ Mercado

Cantante y compositor vallenato. Es el autor de temas tan populares como Olvídala, grabada por el Binomio de Oro, y Otro adiós es morirme, con Diomedes Díaz, entre otros.


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ACTUALIDAD DEL VALLENATO


En la actualidad, el Festival de la Leyenda Vallenata ejerce la curaduría de este género musical a través de jurados expertos que evalúan la interpretación de los cuatro aires vallenatos. Para explicarlos, Tomás Darío Gutiérrez, un reconocido escritor, historiador, catedrático, compositor y folclorista, habló con SEMANA. Es además, experto en música vallenata y autor del libro Cultura vallenata: Origen, teoría y pruebas, en el cual dedica un capítulo a dilucidar el origen de estos ritmos y su importancia en ese género tan propio de los colombianos.

Según este experto, el vallenato hace parte de nuestra cultura, algo que debemos preservar, y por eso no es de extrañar que la Unesco lo haya declarado Patrimonio oral e inmaterial de la humanidad en la lista de salvaguarda urgente. Como explica Gutiérrez: “El vallenato es una música folclórica con una tradición de más de 200 años que ha mantenido sus formas tradicionales, la organología autóctona y el estilo de canto”. 

Las formas a las que se refiere Gutiérrez son los comúnmente llamados aires o ritmos vallenatos que, reconocidos por la opinión general de las autoridades en el tema, son cuatro y no más de cuatro: puya, merengue, son y paseo. Además, se distinguen únicamente estos porque son los que califica el Festival de la Leyenda para coronar a sus reyes.

Son

Si la puya se distingue porque es el más rápido de los aires, el son lo hace porque es el más lento. “El son es como un cuento que narra nostalgias”, dice Chiche Maestre. Nació a orillas del río Magdalena en la región de El Paso, tierra de su más grande representante: Alejandro Durán. 
Musicalmente está hermanado con el paseo y se toca a cuatro cuartos. Para distinguirlo hay que prestarles mucha atención a los bajos, que se marcan tanto en el acordeón como en la caja, y al sonido de la guacharaca, que goza de protagonismo. Pero además, tiene que estar en su punto: “Si se toca muy rápido, se daña, y si se toca muy lento, también”, dice Alberto Jamaica.

La puya

La puya fue el primer aire definido. Los acordeoneros de la primera generación, que murieron en el siglo XIX, interpretaron puyas, principalmente. Junto con el merengue, proviene de la región de Fonseca, en La Guajira. El libro 100 años de vallenato, de Pilar Tafur y Daniel Samper Pizano, explica que probablemente el origen de esta música se encuentra en los indígenas que buscaban imitar el sonido de pájaros y otros animales. 
Musicalmente, está hermanada con el merengue porque ambos tienen un compás derivado de seis octavos, pero la puya, a diferencia, tiene versos cortos, jocosos, referidos casi siempre a animales y su objeto es animar el ritmo.

Entre todos los aires, la puya es el más fácil de distinguir por ser el más veloz. “En la puya se evidencia el talento del acordeonero”, sostiene José Alfonso Chiche Maestre, compositor vallenato. Y desde 1972, gracias a Pablito López, el cajero de la Dinastía López, se institucionalizó que en la puya cada uno de los intérpretes del conjunto debe realizar un solo para demostrar sus habilidades.

Puede leer: La historia que unió al acordeón y al vallenato



El paseo

Es el más joven de todos los aires, pues mientras los anteriores datan de comienzos de siglo XX –e incluso más antiguos, como la puya–, el paseo cogió fuerza y se definió con claridad a partir de 1930, porque antes se confundía con el son. Tafur y Samper Pizano señalan Zoila, de José Antonio Serna, como el primer paseo de la historia. 

El paseo surgió en los alrededores de Valledupar, en Patillal, La Junta y Villanueva. Y, por supuesto, el patillalero por excelencia, Rafael Escalona fue su principal exponente. Su obra se compone, en más de un 50 por ciento, por paseos. Este aire se popularizó con velocidad, de modo que actualmente es el que cuenta con más cantos. “Los trovadores encontraron que su formato se ajustaba bien a las crónicas de sus narraciones. Era más lento que el merengue y la puya, pero menos melancólico que el son”, cuentan Tafur y Samper Pizano en 100 años de vallenato. 

Precisamente por eso, y porque su estructura musical es a cuatro cuartos, con acento fuerte en el primer tiempo, es mucho más flexible que los demás aires y algunos consideran que existe un quinto aire derivado de este: el paseo romántico, cuyo precursor es Gustavo Gutiérrez Cabello. Como en todo, hay quienes no comparten esta idea, porque “el paseo siempre ha sido romántico”, dice Mestre.

El merengue

l merengue “es el ritmo más sabroso, el que más se presta para bailar”, según Alberto Jamaica, rey profesional del Festival de la Leyenda. Pero vale la pena aclarar en este punto que los más ortodoxos sostienen que el vallenato, en su calidad de reportaje cantado, no se baila. Es conocido que cuando alguien se levantaba a bailar mientras Alejandro Durán interpretaba su música, el Rey vallenato se detenía hasta que la pareja volviera a su lugar. No obstante, hay quienes afirman que, siempre y cuando se haga con respeto por el relato, debe aceptarse que la audiencia se emocione tanto que le den ganas de salir a bailar.

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El merengue es tan antiguo como la puya y, de hecho, Tomás Darío Gutiérrez ha logrado rescatar merengues vallenatos compuestos para la campaña independentista de Simón Bolívar. Los primeros compositores de este aire se ubican en la segunda generación de acordeoneros, aquellos que alcanzaron a nacer en el siglo XIX pero que vivieron parte de su vida en el XX. “En el merengue se puede encontrar una de las virtudes propias del vallenato, que es la narración y la descripción contenida en el canto”, afirma Gutiérrez, pues los merengues se hicieron en un momento con la intención de transmitir noticias. 

Entre los demás aires es posible distinguirlo gracias a “lo armónico y rítmico que es y por la manera cadenciosa en que se toca”, sostiene Arminio Mestra Osorio, periodista autor del libro Alejandro Durán: su vida y su música. Se diga lo que se diga sobre el baile, la realidad es que la clave para diferenciarlo está en que para los pies es muy difícil no seguirle el ritmo.

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